Ponencia leída en el 1er
Congreso Español de Acompañamiento Terapéutico
Madrid, España. 19 y 20 de octubre de 2012
Al
confirmar mi participación en este congreso, desde la organización del mismo me
pidieron que hablara en esta mesa acerca de la historia del acompañamiento
terapéutico. Debo confesar que no es el tema que más me gusta dentro de este
campo, ni he desarrollado un trabajo de investigación al respecto. No obstante,
reconozco que en los últimos diez años, junto a otros compañeros, he
participado activamente en el proceso de difusión, expansión, reconocimiento y
consolidación del acompañamiento terapéutico como praxis y como profesión en
Argentina. En estos años he tenido el orgullo de formar parte del grupo que
fundó la Asociación de Acompañantes Terapéuticos de la República Argentina
(AATRA), de presidirla entre noviembre de 2008 y junio de 2011, de organizar
varios congresos nacionales e internacionales de AT, de recorrer muchas
ciudades y provincias argentinas y visitar algunas en Latinoamérica
intercambiando experiencias en relación al AT con colegas y alumnos, al mismo
tiempo que continuábamos desde Fundación Sistere, una tarea de docencia,
supervisión y coordinación de acompañamientos de manera ininterrumpida desde el
año 1997. Alejandro Chevez, al confirmarme el tema de la ponencia, insistió en
que, en general, ya conocen las anécdotas y las lineas generales de cómo se
originó el AT, a comienzos de los ´70, en Buenos Aires y cómo desde allí se fue
difundiendo y luego contagiado a Uruguay, Brasil, España y México llevado entre
las pertenencias que los colegas obligados a exilarse por dictaduras políticas
o económicas trajeron en su equipaje experiencial. Dudo que alguno de ellos
haya estado en posición de afirmar, como la anécdota de cuestionada veracidad
atribuye a Freud haber dicho a uno de sus compañeros psicoanalistas a la vista
de la costa norteamericana donde iban a dictar una serie de conferencias: “No
saben que les traemos la peste”. Seguramente que los colegas exilados no
estaban en posición de conquistadores, mucho menos de agentes del discurso
universitario. No lo sé, quizas alguno si, al fin y al cabo cada quien responde
como puede y como se autoriza ante circunstancias tan traumáticas como el verse
forzado a dejar su país. El asunto es que nuestros colegas trajeron en sus
valijas esta peste benigna del AT, estas semillas valiosas capaces de adaptarse
a cada tipo de suelo y circunstancias. Porque, veran, esa es una de las
características mas valiosas del AT; la de ser un recurso que se arma de
acuerdo a las circunstancias clínicas y existenciales de cada paciente: un
dispositivo singular.
Entonces,
No les hablaré de la importancia del desarrollo del psicoanálisis en aquellas
epocas, de la confluencia con los desarrollos de la psicoterapia de grupo, la
psicólogía social, el psicodrama, la sistemica y la antipsiquiatría. Eso ya lo
saben. Alejandro me pidió que os contara algo de los últimos 10 años del acompañamiento
terapéutico en Argentina, donde, como ya he dicho, no he realizado una
investigación que me permita ser riguroso, exhaustivo y justo en la ponderación
de aportes, pero si contaros algunas observaciones, parciales, personales y
arbitrarias desde mi punto de vista, cercano a los hechos en ese período.
Entonces,
comencé a pensar: ¿Por qué hablamos permanentemente de la historia del AT? ¿A
qué se debe tanta referencia a la historia en una praxis relativamente
reciente? Muchos de los libros de AT que se editan incluyen una referencia o un
capítulo de historia del AT, los cursos también, los congresos… aquí estamos. Y
no es que no me parezca importante o necesario. De hecho creo que lo es:
importante y necesario. Solo me pregunto si no será algo sintomático. Y si
pensaramos que sí, que puede ser algo sintomático, entonces tendríamos que
preguntarnos con qué tiene que ver, qué ocuparía el lugar de lo reprimido,… Y
me puse a asociar libremente.
Lo
primero que se me ocurrió fue la frase:
¿Los
at… no somos un poco (o bastante) outsiders? La nuestra es una praxis marginal.
Una praxis en los márgenes y desde los márgenes. En todo sentido. En los
márgenes y los bordes de la vida cotidiana de los pacientes; en las trincheras
de avanzada de los equipos terapéuticos; en las fronteras del sistema de salud;
en las cátedras, seminarios y aulas marginales de la Academia … Y entonces
recordé otra frase de Alejandro en nuestro intercambio epistolar de estos
meses: “aquí os esperamos con muchas
ganas ya que somos algo así como el pueblito de Asterix en Europa”, frase
que me encantó y me intrigó muchisimo. Primero porque Asterix forma parte de mi
vida, de esas referencias identitarias y esas experiencias formadoras, ligadas
a amistades, familia, anécdotas que me han marcado. Luego me quedé pensando en
qué sentido lo diría Alejandro; qué de esa imagen es metáfora de la situación
del AT o de los ats de España en el contexto europeo. Quizás al momento de leer
estas lineas ya tenga algunas respuestas… Pero, en todo caso, no creo que nadie
niegue que esa imagen, la del pueblito de Asterix, es claramente una imagen de
outsiders, de marginalidad en el sentido más valioso y poderoso de esta
palabra.
Y
allí apareció otra pregunta: ¿por qué un recurso que ha dado muestras cabales
de constituir una gran ayuda en los tratamientos en salud mental y comunitaria,
es tan resistido en lo que hace a su oficialización y reconocimiento?
No
sorprende que esas resistencias, inicialmente, estuvieran en los centros
académicos o gubernamentales, apegados a lo instituido, que miraban y miran con
desconfianza a nuevas experiencias y roles. Lo curioso es que cuando se logra
avanzar en la dirección de una oficialización, haya resistencias que surgen de
los mismos ats, a veces fundadas en claros posicionamientos teóricos e
ideológicos, otras veces como simple temor a lo nuevo o a la perdida de lugares
o privilegios individuales. Lo cual resulta en un debilitamiento de la fuerza
para lograr objetivos comunes, beneficiosos para una mayoría. Hace tiempo que
sostengo que, querramos o no, los sistemas actuales de legitimación de una
profesión pasan por una formación con reconocimiento oficial y una regulación
del ejercicio profesional a través organismos colegiados y representativos.
¿Se
trata entonces de nuestras propias resistencias, como ats, a lo instituido?
¿nuestra profunda desconfianza a los mecanismos sociales de regulación y
control, cuyas manifestaciones concretas a nivel de lo familiar, constatamos
cotidianamente en sus efectos de exclusión en la vida de nuestros pacientes?
¿Cómo lograr consistencia social para nuestra profesión sin perder la frescura,
la espontaneidad y el carácter cuestionador de nuestra praxis concreta? La
confusión entre praxis clínica y lucha política colectiva quizás sea una de las
razones de cierto empantanamiento en el proceso de profesionalización del AT.
Un
hito en la historia reciente del AT lo constituye la publicación del libro
Acompañamiento terapéutico en España, el cual incluye, por supuesto, un
interesante capítulo de “Historia del at”. Sin ironía les digo que es muy
interesante el capítulo, principalmente porque no es una historia sino varias
historias personales, que son relatadas por los autores, que se entrecruzan
unas con otras y nos permiten formarnos una historia, un relato, que da cuenta
de los recorridos de los at y del AT en España.
Precisamente,
los capitulos de historia de los libros de AT, tambien los editados en
Argentina (los de Kuras y Resnizky, el de Pulice y Rossi) cuentan con relatos
de experiencias, recorridos, individuales, colectivos, entrecruzados, que dejan
valiosos testimonios de los inicios, en algunos casos se articulan con el
contexto socio histórico y ensayan explicaciones para dar cuenta del
acontecimiento AT. Pero, insisto, no hay una historia del AT, porque no puede
haber una sola historia y porque somos muy jóvenes para que haya una historia
del AT.
En
el libro de AT en España, en el capítulo de historia, dice Chevez:
...me veo 10
años atrás intentando convencer a alguien de la Administración Pública para que
aceptasen el proyecto de AT: “quien va a querer compartir sus pacientes?”, “no
existe un item donde registrar este proyecto” o “esto ya lo estamos haciendo”,
me decian en 2003, y al mismo tiempo el termino terapeutico generaba
suspicacias y temores, “¿son psicólogos los acompañantes?”, “¿es una terapia?”,
ni en la peor de las crisis habia visto cerrarse tantas puertas…”
Mi
hipótesis es que la insistencia en las referencias a la historia del AT es un
intento que hacemos para darle consistencia institucional a nuestra praxis ante
la mirada del Otro. Es como si dijéramos
Ud Sr.
Representante de la academia, de la salud publica o burócrata de ministerio, Ud
me ve a mi, aquí, informal en mi vestimenta, con mis zapatillas gastadas de
acompañar a mis pacientes o con estos zapatos que se nota que no uso a menudo,
extranjero por nacionalidad o por outsider del sistema. Que paso mis horas al
lado de personas (mis pacientes) a quienes la mayoria de las personas y los
médicos esquivan sistemáticamente. A mi que mi hijo me dice que trabajo de
“pasea locos”. Tengo mis títulos, de psicologo, de psicoanalista, de trabajador
social.. y ud pensara “pocos pacientes ha de tener en el consltrio que tiene que salir a buscarlos en la calle”…
Bueno, acepto
que me vea asi, pero le pido que no se quede con esa imagen.. ya sé que de
tanto estar con ellos me les parezco un poco en la facha… pero sucede que ellos
no son tan distintos de Ud! perdón! De nosotros quiero decir! No se ofenda por
Dios! Bueno… lo que quiero decir es que ellos, los locos, no son tan diferentes
de los no locos… y que estan mucho mejor en sus casas, en la calle y en las
plazas, pero que necesitan que se los acompañe… ¡No! No soy un guardia de
vigilancia! No es por que sean peligrosos que hay que acompañarlos!
AT! Soy AT! Y
lo que quiero decirle es que somos muchos! Y que esto se viene haciendo hace
mucho tiempo en muchos lugares! En otros países!
Que en que países?
Que donde se invento esto? Que si viene de los estados unidos? Que en que
journals publicamos….? Pues no.. Comenzó en Argentina… si.. en argentina, Ok no
es ningún ejemplo de organización ni seriedad ese país… esta bien, ya lo se,
pero bueno, ahí comenzó y luego siguió en Brasil donde hay muchos AT… si tiene razón,
Brasil es un país grande, si.. una potencia emergente…. Pero bueno, le decía
hay muchos AT! Tenemos una historia!
Así
la referencia a la historia ha sido un modo de autoafirmarnos como grupo, como colectivo
que se reconoce en una practica común, deseoso de hacerse conocer. Pienso ahora
que esto no debería sorprenderme tanto, ¿no es acaso lo que hacen los pueblos?,
¿afirmarse como colectivo a través de símbolos y relatos identitarios?
Veamos
entonces algunos trazos de la historia reciente del AT en Argentina. Será un
breve resumen, parcial, arbitrario y seguramente incompleto de hechos de
importancia en este campo. Para ello me basaré en mi artículo Legalidades del
AT que se publicó en el libro El AT como dispositivo, de S Kuras y S reznizky.
Partíamos
alli de algunas preguntas tales como:
¿Qué otorga legalidad a una
práctica o actividad social? ¿Lo legal es sinónimo de legítimo? ¿Cómo se
legitima una actividad o una profesión? ¿En qué sentido podemos hablar del
acompañamiento terapéutico como una práctica legal, lícita y legítima?
Y diferenciabamos distintas
legalidades.
La palabra en
acto: la legalidad clínica.
Para el psicoanálisis la
noción de Ley está indisolublemente ligada al registro de lo simbólico y por
ende al orden del lenguaje, característica distintiva del ser humano.
Como sucede en toda
actividad humana, en el acompañamiento terapéutico los fenómenos del lenguaje
son determinantes en sus efectos y en la constitución de los modos vinculares
que caracterizan al encuentro at-paciente. De más está decir que el uso de la
palabra por parte del at se distancia considerablemente del que puede hacer el
psicoanalista, pero también se diferencia de la inadvertida espontaneidad –si
es que tal cosa existe- de la charla casual entre dos semejantes.
Una primera observación,
obvia si se quiere, es que no es sin la palabra que se alcanza algún grado de
legalidad y legitimidad.
Empezando por la palabra del
terapeuta cuando nombra e indica el acompañamiento terapéutico, cuando
esclarece a partir de las preguntas que puede traer el paciente y/o sus
familiares, cuando presenta al at y al paciente.
Esa palabra autorizada por
la transferencia otorga legalidad y legitimidad al at, a su lugar y a su
trabajo. Esa palabra del terapeuta establece un campo y un orden para el
desarrollo del vínculo paciente-at. Aun cuando las vicisitudes de la
transferencia y de la vida cotidiana compartida pueda reservar infinidad de
situaciones azarosas, extrañas, incluso desmesuradas al acompañante en su labor
con el paciente, la indicación por parte del terapeuta y los esclarecimientos
subsiguientes van excluyendo de la licitud de esa relación pares tales como:
amigo-amigo, jefe-empleado, novio-novia, maestro-alumno, etc.; imagos sociales
que acuden al espacio psíquico-vincular del paciente o de sus familiares para
responder a lo inquietante de esa presencia del tratamiento –el acompañante—que
irrumpe en lo cotidiano.
La palabra del paciente,
cuando acepta el AT, convalida y ratifica la legitimidad de la inclusión del
acompañante. De hecho el consentimiento informado ha pasado a ser un requisito
ineludible para la implementación de los distintos dispositivos de tratamiento
a partir de la sanción de las leyes de salud mental. De todos modos, aún cuando
no lleguemos al instrumento formal del consentimiento informado, no es sin la
palabra del paciente que el AT alcanza plena legitimidad en su implementación.
En algunas ocasiones se trata de una palabra no proferida, el cese de una
negativa que otorga licititud callando (como dice el proverbio popular).
Por su parte el acompañante
empeña su palabra al ofrecer su saber-hacer al servicio del tratamiento del
paciente, adecuando sus acciones e intervenciones a la estrategia terapéutica,
a la subjetividad singular del paciente y al contexto en el que lleva a cabo el
acompañamiento.
La escritura y el
encuentro. Construcción de una legalidad histórica
El encuentro cotidiano de
cada at con su paciente en el marco de la legalidad de cada tratamiento en pos
de unos objetivos terapéuticos es y ha sido el núcleo vivo del nacimiento de
esta nueva profesión. Todo lo que se ha construido en términos de inscripción
institucional, académica y legal del AT, sólo tendrá sentido en la medida que
esté al servicio de preservar y dar cobijo a que pueda producirse una y otra
vez la experiencia de encuentro en un acompañamiento en las mejores condiciones
posibles para cada uno de los intervinientes.
Si nos enfocamos ahora,
precisamente, en el AT como profesión inscripta en el orden social, nuevamente
debemos remitirnos al orden del lenguaje, pero señalando que es otra dimensión
de la palabra la que ha contribuido a la conquista progresiva de la legalidad
para esta praxis. Nos referimos a la capacidad de dar cuenta de una práctica a través de la escritura. Dar
cuenta de los hallazgos, de los logros, pero también de las incertidumbres, las
vacilaciones y los errores que sólo retrospectivamente pueden evaluarse y que,
al ser escritos, pueden compartirse y ser discutidos con otros colegas,
distantes en el espacio o en el tiempo.
La aparición libro Acompañantes terapéuticos y pacientes
psicóticos (Kuras S. y Resnizky S.), editado por primera vez en 1985, constituyó un hito en tal
sentido. Los acompañantes terapéuticos, por primera vez, veíamos un libro que
específicamente abordaba nuestro trabajo cotidiano. Hubieron algunas
publicaciones anteriores en revistas especializadas (Dorfman Lerner 1978,
Donghi 1979), interesantes, necesarias, pero que no llegaron a ser conocidas en
ese momento por muchos aa.tt.. Los acompañantes nos reconocíamos en las
escenas descritas en el libro; las
reflexiones y los esfuerzos de teorizar la práctica despertaban discusiones y
polémicas. Sentíamos que la existencia de ese libro nos reforzaba en nuestra
identidad y nos permitía defender y apoyar nuestro quehacer ante distintos
interlocutores.
Pasaron nueve años hasta la
edición del siguiente libro sobre AT. El texto de Gabriel Pulice y Gustavo
Rossi (Acompañamiento Terapéutico,
1994) presentó ideas nuevas acerca del acompañamiento terapéutico, polemizó
fuertemente con algunas de las propuestas de Kuras y Resnizky (especialmente
con las ocho funciones planteadas para el AT) e incluyó ricas entrevistas a
psiquiatras pioneros en la implementación de este recurso.
Algo similar aconteció con
la realización del 2° Congreso Argentino de acompañamiento terapéutico, en el
año 2001 en la
Universidad Nacional de Córdoba.[1] Los organizadores
estábamos sorprendidos por la gran cantidad de asistentes y de trabajos
presentados. La calidad de los mismos, sus desarrollos y la diversidad de una práctica que se estaba
implementando en todo el país, sorprendió a propios y a extraños,
fundamentalmente a los aa.tt. que a partir de allí pudimos encontrarnos para
empezar a construir un “nosotros”.
Nosotros, los acompañantes
terapéuticos.
Cientos de personas
provenientes de más de 10 provincias argentinas, brasileños, uruguayos,
chilenos; asombrados de constatar que el acompañamiento terapéutico (esa
actividad que constituía un trabajo cotidiano de cada uno de nosotros, pero que
parecía tener tan escasa entidad al lado de profesiones consolidadas) tenía
presencia y desarrollos en tantos lugares donde los desafíos eran similares y
las aplicaciones diversas.
Hoy podemos afirmar que la
experiencia de encuentro e intercambio de nuestras prácticas, los trabajos
escritos y presentados en el congreso y su posterior publicación en el libro Eficacia clínica del acompañamiento
terapéutico (Polemos 2002) constituyeron un acontecimiento que dio cuenta
de la legitimidad de esta profesión y marcó una nueva etapa hacia el logro de
una plena legalidad[2].
A partir de allí la serie de congresos nacionales e internacionales de AT no ha
cesado de escribirse, en distintas provincias argentinas (Buenos Aires 2003,
Córdoba 2005, Bahía Blanca 2007, San Luis 2009, Mar del Plata 2010, Buenos
Aires 2011) y en los países hermanos
como Brasil, Uruguay y México.
Asimismo las publicaciones
de artículos en revistas especializadas, la edición de libros de AT, la
escrituras de tesinas, trabajos finales y tesis doctorales se han multiplicado
exponencialmente dando cuenta de la
riqueza de una praxis que se ha constituído como un nuevo campo de estudios y
de observación dentro de la salud mental que, probablemente, cambie nuestras
apreciaciones acerca de los procesos de enfermedad, curación y rehabilitación.
En este recorrido debemos
destacar la importancia que tuvo la fundación de AATRA en mayo de 2003, su
consolidación y expansión con filiales en casi todo el país. La existencia de
una asociación de acompañantes terapéuticos con alcance nacional permitió
consolidar los encuentros de colegas, trabajar proyectos en pos de objetivos
consensuados e intercambiar experiencias con equipos y profesionales del
exterior (Brasil, México, España, , Uruguay, Colombia, Perú entre otros).
Sabemos que a las instituciones las hacen los hombres y mujeres que participan
de ellas pero que su importancia trasciende a sus integrantes circunstanciales.
En AATRA participan y han participado muchas personas aportando desde su lugar
a la consolidación de esta profesión. No podriamos nombrar a cada uno en este
texto sin correr el riesgo de omitir u olvidar injustamente personas o acciones
realizadas. Pero tampoco podemos dejar de explicitar el papel fundamental que
cumplió nuestro primer presidente, Federico Manson, en el crecimiento de la
asociación y en los logros alcanzados. Su figura carismática y convocante, sus
aportes teóricos, así como su compromiso y dedicación de tiempo completo a
trabajar en y por el acompañamiento terapéutico lo han convertido en un ícono
de esta profesión y nos ha dejado a nosotros con la alegría de haber compartido
la tarea con él y con la añoranza de su temprana partida.
Legalidad social:
formación oficial y leyes para la profesión.
Decíamos que en los últimos
años hemos participado de un proceso de progresiva legitimación de la profesión
de a.t. Poco a poco, de manera heterogénea; se van logrando distintas
inscripciones en los sistemas académico, de
salud y de la seguridad social que confluyen hacia la plena inserción y reconocimiento de esta
profesión.
Como todo movimiento con una
base social genuina y fuerte, el AT va
legitimando su legalidad plena de la periferia al centro, o por caminos
reticulares. Venciendo obstáculos y barreras planteados desde las resistencias
de las estructuras burocráticas o corporativas que demoran pero no pueden
detener este proceso.
La comunicación y el
encuentro de los acompañantes, los formadores de aa.tt. y los coordinadores de
equipos, en jornadas y congresos, en asambleas y espacios hospitalarios,
retroalimentan y fortalecen dicho proceso.
En una mirada retrospectiva
es posible plantear ciertas etapas o pasos en los que se ha llevado a cabo este
proceso de legitimación del AT, sin que este ordenamiento pretenda ser
exaustivo ni lineal:
- Invención
(fines de los ’60, comienzos de los ’70)
- Periodo
de experimentación, innovación creativa y logro de experiencia en el
incipiente rol de a.t.
- Primeras
descripciones de la experiencia e intentos de teorización. (1978-1994)
- Expansión
y diseminación de experiencias. Primeras instancias de formación.
- Encuentros
de aa.tt. y toma de conciencia de la expansión (1999- )
- Consolidación
de las formaciones (cursos)
- Primeras
formaciones oficiales.
- Primera
carrera universitaria. (San Juan 2001)
- Reconocimiento
social de la eficacia clínica del recurso y requerimiento por parte de
médicos, psicólogos y terapeutas, que lleva a:
- Reconocimiento
y cobertura por obras sociales y seguros de salud.
- Creación
de AATRA primera entidad de alcance nacional orientada a “velar por las normas
del ejercicio profesional relativas al AT y propender a la jerarquización
del nivel académico de los títulos, así como del ejercicio de esta
profesión” (2003)[3][4].
- Congresos
nacionales e internacionales. Incremento de publicaciones, articulos y
presentaciones en congresos.
- Leyes
de ejercicio profesional. (provincias de San Juan y San Luis)
- Sanción
del código de ética de AATRA (2010)
- Inclusión
explícita del AT en las leyes provinciales y nacionales de salud mental
(2010)
Para
finalizar quiero señalar otro modo de relatar una historia reciente del AT, el
cual creo crucial para la consolidación de este campo de trabajo, de
investigación y de ejercicio profesional. Una historia de los conceptos
teóricos que van delimitando el quehacer del at. Creo que aún necesitamos más
trabajo de conceptualización. Se han hecho aportes muy valiosos. Pero aun falta
mucho. Nuestras conceptualizaciones son, en gran medida, tomadas en prestamos
de otras praxis. Extensiones, adaptaciones y aplicaciones del psicoanálisis en
todas sus variantes, de la psicología, que nos ayudan a entender al ser humano,
a nuestros pacientes, pero que no dan cuenta de la riqueza de nuestra praxis.
Como se preguntaba Leonel Dozza en 2009: ¿no es posible que los aportes
surgidos del AT cambien el modo de entender a las psicosis, incluso los
criterios diagnósticos mismos? Es posible que si. ¿Acaso no es lo que sucedió
con distintas innovaciones tecnicas en psicoanalisis? Por ejemplo el trabajo con niños iniciado por
Melanie Klein produjo toda una teoría nueva del psiquismo humano.
Entonces,
quiero compartir con uds. algunas coordenadas de aportes teóricos que considero
valiosos, necesarios hacia una teoría del AT. Una historia reciente de textos.
Ya
mencioné los textos iniciales de Kuras y Resnizky y de Pulice y Rossi.
A
ellos agregaré ahora.
El
libro Etica y tecnica del AT. Andanzas de don quijote y sancho panza. De Kleber
Duarte Barretto. Bella propuesta de otras funciones del AT desde el
psicoanalisis winnicoteano. Lleno de jugosos ejemplos clinicos.
Los
aportes (en distintos articulos y capitulos de libros, aun esperamos su libro
propio) de Leonel Dozza, absolutamente indispensables en la formación de ats.
Admiro su capacidad de partir desde la observación de los fenómenos propios del
campo del at y ensayar una reflexión teórica que de cuenta de los mismos.
Leonel no fuerza el AT para que encaje en la teoría psicoanalítica. Mas bien
utiliza el psicoanalisis para reflexionar y teorizar el at. Sin temor a
proponer conceptos audaces como por ejemplo el de la Paradoja de la actuación
contratransferencial y todos sus aportes acerca de la Metodología de lo
cotidiano.
El
psicoanálisis lacaniano es la teoría de referencia de muchos autores en el
campo del AT, entre los que me incluyo. Esta teoría ha aportado mucho a la
comprensión y abordaje terapéutico de las psicosis, ha enfatizado la
singularidad del abordaje caso por caso y ha revolucionado el psicoanalisis de
su epoca. No obstante, al ser una teoría tan específica de la praxis
psicoanalítica –Lacan siempre insistió que el hablaba solo de eso— creo que se
torna dificultoso trasladarla sin solucion de continuidad al campo del AT. Nos
ayuda y mucho, pero son situaciones distintas. El at no es el analista y el
setting de trabajo es demasiado diferente.
Entre
los autores con sesgo lacaniano, ademas de los mencionados Pulice y Rossi, es
de destacar los aportes de Marco Antonio Macias Lopez (de Querétaro, Mexico)
particularmente sus desarrollos respecto de la transferencia en el AT. Tema
también abordado en valiosos escritos por Clarissa Metzger de Sao Paulo
(Brasil). Asimismo los desarrollos teoricos de Mauricio Hermann acerca de la
psicosis. Y los de Federico Manson en diversos temas, entre ellos el autismo y
las adicciones.
Los
textos surgidos del instituto A Casa, de Sao Paulo, Brasil, han sido pioneros
en describir y teorizar la practica “real” del at, proponiendo nociones
inspiradoras como la de una clinica andante, clinica en movimiento, practicas
de setting abierto (en oposicin al setting cerrado del consultorio) y la
practica del at como practica urbana, indisolublemente ligada a la ciudad como
escenario, como campo, como instrumento. Muchos autores participaron de estos
textos, algunos ya mencionados, agregaremos ahora a Mauricio Porto y Deborah Sereno.
La
noción de dispositivo es un concepto trabajado por varios autores en relación
al AT, ya que la misma se muestra adecuada para pensar practicas
multideterminadas entre agentes diversos junto con la nocion de red y equipo
terapeutico. (Kuras y Resnizky, Peverelli, Dragotto entre otros)
En
la provincia de San Luis Argentina, observamos un desarrollo poderoso en la
articulación de una praxis concreta con la reflexión teorico-política, en las
acciones y publicaciones encabezadas por Jorge Pellegrini y Graciela Bustos.
Desde un enfoque de salud pública que articula los aportes de Pichon Riviere,
de la psicoterapia de grupos, el psicoanalisis vincular y las politicas de
desinstitucionalización, en esa provincia se ha logrado la formación oficial de
acompañantes terapeuticos universitarios, la matriculación de los mismos, una
ley de ejercicio profesional, una
residencia hospitalaria para ats y nombramientos en el sistema de salud
publica.
Son
de destacar también los desarrollos teoricos en torno a una ética del AT. Alli
podemos mencionar los trabajos de Karina Chayan (buenos aires), Fabio Araujo.
También Laura Frank y quien les habla hemos trabajado ese tema.
En
los últimos tiempos observamos la aparición de textos y trabajos que enfatizan
la noción de vinculo como definitoria y característica del campo del AT. Aquí
podemos destacar los trabajos de Kuras y Resnizky, Frank (en este congreso) y
Chevez Mandelstein (en el libro AT en España).
Finalmente,
quiero mencionar, a riesgo de ser considerado petulante, algunos desarrollos realizados en nuestra
institución, Fundación Sistere, en Cordoba, Argentina. Lo hago porque no hablo
de mi mismo sino de un equipo de profesionales que aman el AT y que se han
esforzado por abrir nuevos campos de inserción para los at y, ademas, han
escrito y reflexionado sobre su praxis. De ese esfuerzo surgieron textos acerca
de la Formación
de Ats, acerca del vinculo en el at, la ética, el acompañamiento terapeutico en
el ambito judicial, el trabajo en la escuela, con pacientes autistas, con
adicciones, entre otros. Algunos de los cuales han sido incuidos en el libro
Acompañantes, presentado en este congreso.
La
lista siempre sera incompleta y arbitraria. Pero no quiero dejar afuera los
aportes, tambien desde el marco de la salud publica, de autores como Analice
Palombini y Ana Celeste Pitia.
En
definitiva, como veran, no me he limitado a mencionar autores argentinos. El AT
tiene una fuerte vocación de trabajo en red, y los intercambios son intensos
entre los distintos pueblitos de Asterix en toda Iberoamerica. Creo que en ese
intercambio está el futuro del crecimiento de este campo. Siempre y cuando
ningún pueblito se crea el único y que cada pueblito pueda fomentar la variedad
de personajes y caracteres al estilo de la historieta. Cada uno aporta algo
desde su lugar, no faltan las peleas y las riñas internas, pero estas
desaparecen en la causa común, la de resistir a la uniformización imperial.
Tendremos los at nuestra poción magica? No de esa manera. Pero hay algo de la
experiencia misma del ejercicio del acompañamiento terapeutico, para quien lo
ha experimentado, que no se olvida nunca y se lleva dentro de uno aun cuando
trabajamos desde otros roles. Otra mirada, otro modo de comprender el
padecimiento humano y de imaginar la terapéutica. Quizas esa sea nuestra pocion
mágica. Y, ademas, para finalizar la comparación con las aventuras de Asterix,
no nos privamos de encontrarnos en ámbitos como éste Congreso, y celebrar el
encuentro como hacen los galos en esos banquetes bajo las estrellas que cierran
cada episodio de la saga.
Que
tengamos un buen congreso!
[1] El comité organizador
estuvo integrado por María Laura Frank, Silvia Alderete, Pablo Dragotto, Luis
Leblebidjián, Gabriel Pulice, Gustavo Rossi y Federico Manson; se organizó a
partir del 1er Encuentro Provincial de AT que se había realizado el año
anterior en la ciudad de Córdoba y constituyó las bases para la futura creación
de AATRA. Si bien existieron encuentros y congresos anteriores, aprés coup reconocemos en el congreso de
Córdoba la concreción de una serie que continúa vigente al día de hoy con los
congresos de AATRA e Internacionales.
[2] En ese sentido hay que
destacar que en el marco del congreso las autoridades de la Universidad Católica
de Cuyo realizaron la presentación de la Tecnicatura Universitaria
en acompañamiento terapéutico que comenzaba a dictarse en la provincia de San
Juan.
[3]Estatutos de AATRA.
[4] Desde unos años antes ya existía la Asociación
de aatt de Bahía Blanca.